ASOCIACIÓN OBRA FEMENINA BEATO LUIS GUANELLA
Para que la Providencia de Dios pueda ser reconocida y experimentada a través del ejemplo de vida y del testimonio, que no son un añadido a la vida cristiana, sino que son luz de la auténtica vida cristiana.
¡Todos estamos llamados a predicar el Evangelio con nuestra vida!
“El mundo de hoy tiene una gran necesidad de testigos. No tanto de profesores, sino de testigos. No hables mucho, sino habla con toda la vida" (Papa Francisco).
Dios nos conoce íntimamente y sabe lo que somos capaces de hacer o no hacer. Debemos hacer lo que podamos y pedir lo que no podemos hacer. Si no hacemos nuestra parte, ¿cómo podemos esperar que Dios haga la suya? ¡Dios no nos pide lo imposible! Nos pide que cumplamos con nuestro deber, ¡nada más! ¡Él se encargará de todo lo demás! “¡Es Dios quien lo hace!”
Somos un grupo de mujeres consagradas que formamos una Congregación en torno a San Luigi Guanella, quien recibió el don de un carisma, una manera de vivir el Evangelio.
Por este motivo, escucharan hablar de nosotras como monjas guanellianas o monjas de don Guanella
Si a un pobre niño de 9 años, que estaba pastoreando unas cabras en un lugar remoto de Valtellina, le hubieran dicho que fundaría dos congregaciones religiosas con 1.055 miembros y miles de colaboradores y amigos laicos en 24 países del mundo, ¡se habría sorprendido!
Dios le habló a través de la visión materna de María y le pidió que fuera "instrumento de la Providencia", para cuidar de los más pobres.
¡Esto lo convirtió en el Don Luigi Guanella que conocemos!
En este acontecimiento está injertada la grandeza de la Providencia de Dios, que nos da libertad, pero también fuerza y coraje para dedicarnos a las cosas del Reino de Dios, mientras es Dios mismo quien nos guía y se ocupa de todo lo demás. ¡Confía en mí!
“La confianza en Dios es la clave del éxito en la vida, ya que Él nunca decepciona” (Papa Francisco).
Nuestro sueño:
En un mundo llamado a la belleza, la humanidad ha sido puesta por Dios como responsable de la creación. El ser humano es parte de la belleza de la creación, por eso somos responsables de nuestra vida y la de nuestros hermanos; cada acción inspirada por la belleza es profecía de la redención del mundo, de todos los hijos de Dios llamados a la comunión eterna.
Se trata de la belleza que debe establecerse en las relaciones en las que nadie dice al otro: "No os necesito" (1 Carta a los Corintios 1, 2, 21). Santidad es belleza que se opone al encierro, a la falta de alegría y se abre al don del amor: ¡ sólo así el mundo se salvará!